viernes, 24 de junio de 2016

EL FUJITIVO.

El Fugitivo.

Sábado 9 de Enero de 1960

La lluvia había comenzado a arreciar desde hacía un par de horas sobre Blue Lake, pequeño poblado minero al este de Colorado, y era muy extraño, ya que en esa zona desértica jamás había precipitaciones fluviales en esa época del año. El viento aullaba entre las cornisas en esa noche oscura sólo iluminada por el cielo plagado de relámpagos. El campanario de la iglesia tañía al compás de las ráfagas violentas de la ventisca desatada con furor, mientras que a la luz de las velas sus sorprendidos habitantes se preguntaban hasta cuándo duraría esa inesperada tormenta. La familia Irwin había terminado de cenar, estaban revisando las puertas y ventanas de la casona sacudidas por la fuerza del agua y el viento. Unos golpes en la galería del frente los puso en alerta, al tiempo que una especie de arañazos se dejaban oír detrás de la puerta posterior. John, el jefe de la familia apoyo su oreja en la madera, mientras unos gemidos entremezclados con el silbar del vendaval se introdujeron por sus tímpanos.


_No abras esa puerta-le dijo su mujer, con un mal presentimiento que de pronto pareció invadirle las entrañas- no abras.


_Parecen quejidos, quizás sea alguien que se accidentó en medio de la tormenta-le respondió-tal vez necesita ayuda.


Al abrir se encontró que apoyado contra la puerta yacía un hombre sentado en las escalinatas, que lo miraba con los ojos desorbitados y que antes del desmayo le alcanzó a decir:


_ Ayuda, él viene detrás de mí...piedad....

Domingo 10 de Enero de 1960

John Irwin entro al hospital de Blue Lake antes de caer la tarde. Si bien el viento había menguado en su intencidad una fina llovizna se abatía aun en el pequeño pueblo. Había venido a interiorizarse sobre el estado de salud del desconocido que esa noche llamara a su puerta. En medio de la tormenta él lo había traído hasta el pequeño centro asistencial. El doctor lo recibió con amabilidad al tiempo que le informaba:


_El paciente aun duerme, lo mantengo sedado, pues parece muy intranquilo, tiene el sueño alterado, como si estuviera viviendo una pesadilla. Pero lo mas grave son las quemaduras que presenta en todo el cuerpo y que seguramente lo llevaran a la muerte en cuestión de horas. La piel se le cae a pedazos, no sabemos quién es ni de donde ha venido. Solo se le escucha murmurar acerca de alguien que lo persigue...


_El comisario fue a interrogarme, pero yo tampoco lo he visto antes por el pueblo. Me dijo que saldría a investigar los alrededores de Blue Lake, por si se tratara de algún accidente.


En ese momento las puertas se abrieron y entró el comisario con el semblante oscurecido.


_ Doctor, preparese para recibir a un herido. Nuestro amigo Charly está muy grave, lo encontramos en las cercanías de la mina abandonada, algo lo atacó, aparentemente una fiera salvaje, por el tipo de heridas que pudimos ver.


_Es él, él ya esta aquí...por favor...no dejen que me lleve...


Los presentes giraron la cabeza hacia el pasillo desde donde venía la voz y vieron al desconocido apoyado en el marco de la puerta. Lo cubría una bata blanca bañada por una especie de líquido sanguiñolento que al tratar de avanzar se abrió dejando ver en las piernas unas llagas profundas y putrefactas.


_Él viene por mi...No dejen que me lleve....


El enigmático ser cayó de rodillas, el doctor corrió a socorrerlo, lo levantó y se lo llevó a la sala de quemados, mientras trozos gelatinosos de piel se le desprendían y quedaban adheridos al piso del corredor.


_Yo he visto antes a ese sujeto-murmuró el comisario- su cara me resulta familiar y huele terriblemente mal.


_ Huele a podrido, comisario-afirmó Irwin, mientras se llevaba un pañuelo a la nariz.

Lunes 11 de Enero de 1960

El doctor analizaba las heridas del hombre atacado el día anterior.


Eran profundas y había tenido que suturar en varias partes. Aparentaban ser dentelladas y arañazos. Pero había algo que le llamaba mucho la atención y era que muchas de esas heridas estaban como cauterizadas, como si algo al rojo vivo las hubiese sellado al instante de provocarlas. Descubrió parcialmente la que se encontraba en el cuello de Charly.


Podía observar el movimiento de la yugular palpitante mientras un olor a carne quemada se desprendía de la herida. ¿Qué o quién lo había atacado?
El desconocido mientras tanto continuaba desvariando sumergido como en una constante pesadilla. Esa noche la furia de la tormenta pareció retornar nuevamente. Corrida la voz de que una fiera salvaje merodeaba el pueblo nadie se atrevió a salir a la calle en esa noche tempestuosa.


Los ladridos de los perros se confundían con el bramar del viento y el retumbar de las nubes cargadas de electricidad que se debatían entre los relámpagos. Con las primeras luces del amanecer un nuevo misterio sacudió las entrañas de Blue Lake: los cadáveres destrozados de varios animales, perros, algunos gatos y aves de corral yacían desparramados por el pueblo. El terror se hizo dueño de Blue Lake.


Parecía que junto a la tormenta hubiese arribado también al lugar un enigma fatal y espeluznante.

Martes 13 de Enero de 1960

Con el correr de las horas el enigma de Blue Lake seguía creciendo. Sus habitantes sumidos en el pánico y creyendo de que un animal invisible los tenía cercados. Pece al temporal el comisario con su ayudante habían recorrido los alrededores del poblado en busca de pistas o huellas del extraño merodeador. No sabía por qué, pero tenia la corazonada de que ese hombre llegado con la tormenta del sábado tenia alguna relación con la fiera que había causado la muerte a los animales y herido de gravedad al minero que se recuperaba lentamente en el hospital. Pero por más que intentara sacar algún tipo de información al desconocido nada coherente había salido de los labios del extraño personaje. Aun trataba de recordar dónde había visto las facciones del hombre que se le hacían conocidas. Estaba seguro que lo había visto alguna vez, pero ¿dónde y cuándo?


De pronto el cielo de la noche se había abierto, una luna llena resplandeciente se colgaba de esa bóveda celeste, solo que no lucia su luz de plata, sino que un tinte rojo parecía invadirla por los bordes. Una sensación descononocida lo invadió y se dirigió en su patrulla hacia el hospital.


En ese momento se sintió el protagonista de una película de terror, recorriendo el trayecto envuelto en las brumas de las calles desoladas. Ni bien abrió la puerta de ingreso al centro asistencial la escena se le antojó indescriptible. En el piso relucían algunos charcos de sangre, la luz parecía enloquesida, intermitente como a punto de cortarse.


Un calor sofocante lo invadía todo, rodeando la atmósfera de una espesa sensación desconocida. Fue siguiendo el gotear rojo de la sangre fresca hasta llegar a la sala de quemados. Tirado en la aceptica cerámica de la habitación yacía el doctor, con su blanco delantal teñido de rojo.


_La bestia se lo llevó- le dijo el médico con un hilo de voz-él sabía...que vendría por él....


_ ¿Quien es la bestia?...por Dios...doctor, dígame...


_Siga el rastro...siga...el rastro...de carne...quemada...


El policía al fin pudo reaccionar y encendiendo su linterna iluminó el piso que relampagueaba en destellos de neón. Salio al corredor y observó pedazos de carne que marcaban el sendero a la puerta tracera del hospital. Un olor putrefacto se pegó a sus fosas nasales. Salio al exterior, la noche lo recibió en su manto negro y espeso.


No era difícil seguir las huellas macabras de la carne desperdigada en el barrial. Cuando se dio cuenta se vio parado en la entrada de la mina abandonada. En ese instante se le erizaron los pelos de la nuca. El miedo sacudió sus entrañas, hizo el amague de volver al pueblo por ayuda, sin embargo un sonido gutural proveniente del oscuro pasadizo minero lo detuvo. En su experiencia sabía distinguir el peligro, y la luz de alerta le indicaba que debía alejarse cuanto antes de esa vieja mina...no obstante el cumplimiento del deber estaba para él por encima de todo.


Con el arma temblando y apuntando hacia la oscuridad con su linterna, comenzó a sumergirse en ese túnel abandonado. Cinco pasos...siete...diez ...quince...el aire enrarecido...un olor nauseabundo...veinte pasos...susurros y gruñidos...las sienes palpitantes...jadeos...la oscuridad...la linterna que deja de funcionar...por unos segundos interminables...un resplandor proveniente de uno de los laterales de ese pasadizo sin final...veinticinco pasos...un calor abrazador...un crepitar como de llamas...ya llega al recodo del corredor...jadeos...los ojos desorbitados...una visión fatídica...un enorme perro de tres cabezas de pupilas llameantes lo miran desde la nueva galería...el cuerpo del extraño desconocido tirado a sus pies...una bola de fuego, de flama ardiente como telón de fondo...las puertas del infierno.
Cancerbero y el extraño fugitivo que se adentran en esa bola roja...y ya nada mas.

El titular de un viejo periódico en la primera plana decía lo siguiente:

Albert Fish:


Albert Fish es considerado uno de los asesinos seriales americanos más notables y estremecedores del siglo XX. Es condenado a la silla eléctrica y ejecutado en la prisión de Sing Sing el 16 de enero de 1936. Cuando se le preguntaba por la cifra exacta de sus victimas, respondía sonriendo: “Por lo menos cien”. Tubo una sorprendente reacción después de ayudar a los guardias a colocarle los electrodos, y se mostró entusiasmado.
Albert Fish se llevaría a la tumba su mayor secreto, el número de personas que habría asesinado. Las opiniones de los psicólogos son contrastadas en ese aspecto, unos hablan de varios centenares de víctimas, mientras que otros estiman que no hubo más de cincuenta. Finalmente se le acusa de haber asesinado un total de 15 niños, la gran mayoría procedentes de las capas más pobres de la población
“Que alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado…”

Mientras realizaba su carrera de policía el comisario del pueblo, había tenido la oportunidad de conocer la vida de los grandes asesinos seriales de la historia, y ese hombre que se apareció una noche de tormenta en Blue Lake, tenia este rostro.
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